Un estudio del MIT Media Lab viene siendo citado como prueba definitiva de que usar ChatGPT reduce la creatividad, apaga tu cerebro y genera una peligrosa “deuda cognitiva”.
Los titulares dicen que la “conectividad neuronal disminuye un 55%”. ¿La causa? Delegar tareas cognitivas en una IA.
¿La consecuencia? Tu mente se apaga. Tu autonomía se desvanece. Y si sos docente, probablemente ya estés criando cyborgs manipulables.
Ahora bien, vayamos por partes, como dijo Jack El Destripador:El dato duro
Efectivamente, el estudio detecta que cuando estudiantes usan ChatGPT para escribir, muestran menor actividad cerebral medida por EEG (electroencefalografía).
Ehmm… Bueno, esto es completamente esperable: delegan parte del proceso, y su cerebro responde con menor carga cognitiva. Esto es, piensan menos cuando usan una herramienta que resuelve parte del problema por ellos. Lo mismo pasaría si escribieran con una guía o copiaran un ejemplo.
Lo raro no sería que mi cerebro trabaje menos. Lo raro sería lo contrario.
¿Esto es malo, malísimo? No necesariamente.
Menor actividad no significa daño, deterioro ni pérdida, sino una reconfiguración de esfuerzo.
Pero hay varios resúmenes que circulan por el Fediverso que lo presentan como si se tratara de un diagnóstico clínico irreversible.
También observaron (en el estudio) que quienes usaban IA recordaban menos lo que escribieron, citaban peor sus propios textos y sentían menos autoría. Pero, vamos, si yo le pido a una máquina que me ordene las ideas, escriba por mí y me ahorre el esfuerzo… ¿de verdad espero tener el mismo compromiso mental que si lo hago a pulmón?
“Deuda cognitiva”: metáfora brillante, conclusiones opacas
El estudio introduce el concepto de deuda cognitiva: cuanto más delegás, menos retenés, menos participás, menos te apropiás del proceso.
La imagen no es buena, es buenísima. Pero la lectura que hacen algunos “medios”, “colectivos” o particulares es bastante forzada: que la IA “te acostumbra” a no pensar, como si eso ocurriera solo por usarla, sin considerar el contexto, los objetivos o el marco pedagógico.
El resultado: un panfleto disfrazado de filosofía crítica que responsabiliza a la herramienta por el mal uso que hacemos de ella.
Como si fuera culpa del lápiz que no sepamos escribir poesía.¿Dónde está el problema real?
Ciertamente, no en el uso de ChatGPT sino en cómo, cuándo y para qué se usa. Si el objetivo es aprender a redactar, y solo copio lo que me da la IA, no aprendo.
Pero eso no es “culpa de la IA”. En todo caso es consecuencia de la ausencia de una estrategia pedagógica, crítica y reflexiva que acompañe su uso.
La lógica que se viene aplicando en este tipo de “análisis” es la que permitiría decir que Wikipedia “atrofió” nuestra capacidad de buscar en enciclopedias. O que los correctores ortográficos destruyeron la ortografía. Y sin embargo, aquí estamos, escribiendo en voz activa.
Un estudio preliminar NO ES una verdad revelada
La autora del estudio, Nataliya Kosmyna, aclara que es un trabajo preliminar, aún no revisado por pares, y que decidió publicarlo por “preocupación”.
Perfecto. Eso es ciencia abierta.
Pero de ahí a decir que “la IA estupidiza”, hay un trecho bastante largo… y bastante sensacionalista. Y ni qué decir de que esto demuestra que la IA perjudica el aprendizaje a largo plazo.
No, en serio, ¿un experimento de cuatro sesiones es suficiente para hacer esa profecía?
Da la impresión de que lo que realmente demuestra es que cuando no ejercitamos algo, no se fortalece.
Spoiler: eso también pasa sin IA.
La IA no te estupidiza. Solo hace más evidente si querés pensar… o preferís evitarlo. El problema no es el modelo. Es el modelo de uso.Pensar sigue siendo nuestra tarea
El estudio del MIT Media Lab presenta evidencias interesantes sobre cómo varía la actividad cerebral al usar LLMs como ChatGPT en tareas de escritura. Sin embargo, atribuir esas diferencias a un “daño cognitivo” o a una “pérdida de creatividad” es un salto interpretativo injustificado. Que una herramienta reduzca la carga cognitiva no significa que deteriore la capacidad de aprender o pensar, sino que reconfigura los modos de involucrarse con la tarea. Los efectos dependerán del propósito, del acompañamiento pedagógico y del uso que se haga de ella. La IA, como toda tecnología, no es ni buena ni mala por sí misma: amplifica lo que somos capaces de hacer con ella.
Pero si entregamos la escritura, la memoria y la creatividad a la IA sin ningún tipo de compromiso o reflexión, claro que vamos a atrofiar algo.
Pero eso se llama desidia, no inteligencia artificial.
Y es mucho más viejo que ChatGPT.
El estudio pueden encontrarlo aquí: https://arxiv.org/pdf/2506.08872


