Cuando parece que todo ha sido escrito, dicho y analizado sobre The Beatles, «Get Back«, el documental producido y dirigido por Peter Jackson, viene a echar luz y demoler mitos (muchos) sobre la última etapa de la que probablemente es la banda de música popular más influyente de la historia.
Técnicamente, implicó revisar alrededor de 60 horas de material fílmico y otras 150 horas de audio inéditos originalmente capturados por Michael Lindsay-Hogg, director del clásico y oscuro documental «Let it be«, de 1970.

El resultado es un documento invaluable y revelador de alrededor de 8 horas – dividas en tres partes, que corresponden a cada una de las semanas que transcurren desde el inicio de los ensayos hasta el cierre con el concierto en la terraza (del 02 al 30 de enero de 1969 – de lo que en principio iba a ser un proyecto integral (álbum, film y concierto), provisionalmente titulado «Get Back».

Con ese objetivo, alquilan y acondicionan un hangar de los Estudios Twickenham, en Londres, e instalan una cantidad de equipos de grabación de audio y cámaras, para capturar los ensayos. La banda se proponía componer y grabar 14 canciones en el transcurso de dos semanas, sin ediciones ni sobregrabaciones, más allá del proceso de mezcla.


El documental muestra que las cosas no resultan exactamente como pretendían. El enorme espacio en el que se reúnen a trabajar (porque de eso va el asunto, de cuatro músicos literalmente trabajando) termina siendo poco apropiado, al punto de una incomodidad manifiesta y atentando contra el proceso creativo. También están constantemente rodeados de gente, cámaras, micrófonos y atendiendo muchas cuestiones ajenas a lo estrictamente musical. La muerte de Brian Epstein, manager de la banda, un año y medio antes, repercutió negativamente en los Beatles (a nivel emocional y estructural), que se hicieron cargo de todas sus funciones. Algo para lo que, a la distancia, es evidente que no tenían preparación. Paul McCartney llega a reconocer en un momento que la ausencia de Epstein los ha dejado sin la «figura paterna» y que es, en parte, el motivo de la forma caótica en la que se encuentran trabajando. Tal vez, uno de los mayores méritos del documental, sea la de permitirnos escuchar y ver de primera mano, sin intermediarios, una serie de conversaciones y hechos que resultan reveladores en contraste con la mitología alrededor de esta etapa. La discusión (famosa) entre Paul y George Harrison, puesta en contexto, tiene otra resonancia y permite comprender mejor las razones. También la relación del resto del grupo con Yoko Ono aparece muy distinta de lo que mucha gente sigue imaginando que fue. Dice Paul, en una charla entre él, Ringo Starr, Linda McCartney y otras personas, mientras esperan que llegue John Lennon para empezar a ensayar:
Ella (Yoko) es genial, es estupenda. Solo quieren estar juntos. Así que sería una tontería de mi parte o de cualquiera intentar decirles: «No, no pueden». (…) No puedes decir: «Sé sensato y no la traigas a las reuniones». Eso es decisión de él. No es asunto nuestro interferir con eso. Pero aun así, debe haber un poco de flexibilidad. Creo que, para que ellos cedan, yo tengo que ceder primero. (…) Pero va a ser algo increíblemente gracioso que en 50 años digan «Se separaron porque Yoko se sentó en un amplificador».
También es increíblemente reveladora la conversación entre Paul y John (grabada sin conocimiento por parte de ellos), sobre la momentánea partida de George y las responsabilidades que tienen cada uno por sus actitudes hacia él.
Y entre todo eso, la música. Es fascinante poder observar cómo nacieron algunas canciones que ahora son clásicos, y cómo trabajaban en ellas. Get Back, Across the Universe, I’ve got a feeling, Dig a pony, Don’t let me down, Let it be, I me mine, The long and winding road, Two of us, Something, Oh! Darling, Octopuss’ garden, entre otras… Y canciones que terminaron en los discos solistas de Lennon (On the road to Marrakesh, que eventualmente se convertiría en Jealous guy del álbum Imagine, y Gimme some truth), de MacCartney (Another day, The backseat of my car, I lost my little girl) y de Harrison (All things must pass y Dehra Dun).
Finalmente, cuando mudan el estudio al sótano de Apple (la empresa de los Beatles, no la de Steve Jobs) las cosas cambian. Y mucho. La incorporación de Billy Preston (que pasaba a saludar y terminó tocando y grabando) también genera un cambio radical en el humor de la banda que está a años luz de lo que puede verse en aquel otro documental de 1970, que fue influenciado fuertemente por la disolución del grupo muy poco antes.
El cierre es el concierto completo en la terraza de Apple donde interpretan cinco canciones, en nueve tomas. Tres de esas tomas terminaron en el disco «Let it be«: I’ve got a feeling, One after 909 y Dig a pony.
Es el documental definitivo de The Beatles y ahora sí difícilmente pueda agregarse o decirse más. Solo disfrutar.
